sábado, 7 de noviembre de 2009

El cuarto poder

William Randolph Hearst (San Francisco, 29 de abril de 1863 - Beverly Hills, 14 de agosto de 1951), periodista y magnate de la prensa estadounidense.

Hijo de George Hearst, un rico ranchero y propietario de minas hecho a sí mismo, adquirió a los 23 años un periódico que su padre aceptó como pago de una apuesta (realmente la apuesta es ganada por él en un juego de cartas), el San Francisco Examiner. Comenzó entonces toda una escalada periodística que culminó, en su punto álgido, en la posesión de 28 periódicos (Chicago Examiner, Boston American), 18 revistas (Cosmopolitan), cadenas de radio y alguna productora de cine.

Inspirado en el trabajo de Joseph Pulitzer, fue el inventor de la llamada prensa amarilla o sensacionalismo, un periodismo de investigación mezclado con titulares incendiarios, alejados en muchos casos de la neutralidad y del rigor periodístico, cuyo objetivo primordial es vender cuantos más periódicos mejor.

El poder de Hearst fue tan omnímodo, que prácticamente nadie era capaz de enfrentarse a su vasta legión de publicaciones. Fue posiblemente el mayor monopolio periodístico de todos los tiempos, y contó con una nómina constituida por los mejores periodistas, incluyendo Jack London.

De hecho, es recordado particularmente por el incidente de la Guerra de Cuba de 1898. Una escalada creciente de tensión tuvo lugar entre España y Estados Unidos a causa de la situación de Cuba, colonia perteneciente a España, escalada alimentada por Hearst, según muchos con el único objetivo de vender periódicos. Según la posterior película de Orson Welles, la guerra facilitó el dominio del Canal de Panamá.
Cuando el buque norteamericano Maine sufrió una explosión en el puerto de La Habana, Hearst señaló a España como culpable del sabotaje (hoy se cree mayoritariamente que se trató de un accidente), e instó al presidente William McKinley (quien no consideraba siquiera la posibilidad de una guerra), a entablar batalla, iniciando la contienda que significaría el fin defintivo del poderío colonial español.

Las opiniones de Hearst, manifestadas a través de sus periódicos, siempre fueron controvertidas. Acusado de xenofobia, de apoyar al gobierno nazi y de preparar el camino para la caza de brujas contra los comunistas, incluso hay quien le recrimina lanzar recomendaciones a favor de matar presidentes unos cuantos meses antes del asesinato de McKinley. «I make news» («Yo hago las noticias») era una de sus máximas, ya que alteraba y provocaba hechos para que fueran más escandalosos y para que su periódico fuera el primero en publicarlos.

Otra de las cosas por las que fue famoso fue por su afición desmedida por comprar y comprar más cosas, por poseer cuantos más objetos mejor (sus riquezas llegaron a ser portentosas). Adquirió compulsivamente palacios (construyó un castillo de 240.000 acres en California) y obras de arte, muchas de las cuales nunca llegaban a salir de sus envoltorios (sirva como ejemplo la compra del Monasterio Cisterciense de Santa María de Óvila en Guadalajara, que envió piedra a piedra a su país natal). El declive de su imperio supuso la venta de muchas de dichas piezas; alguna de ellas pasó al Museo Lázaro Galdiano de Madrid.

Ocupó una posición en la Cámara de Representantes norteamericana. Conocida es también su historia de amor con Marion Davies, a la que hizo benefactora de sus caprichos, y trató de promocionar en el cine. De hecho, la leyenda negra cuenta que en una fiesta privada en su yate encontró a Marion besándose con Charles Chaplin, le disparó a éste, y, por error, mató a Thomas Ince (justo en el día de su cumpleaños, de ahí la fiesta), ocultando el incidente sin que las autoridades supieran nada del asunto.

Tanto hervidero alrededor de este hombre tenía que estallar, y Orson Welles, un joven y prometedor cineasta, tuvo la idea de hacer una película sobre este personaje (en principo, la idea era de hacerlo sobre Howard Hughes), realizando el guión en colaboración con Herman J. Mankiewicz. De hecho, el guión es una réplica de la vida de Hearst, apenas disimulada (la palabra Rosebud, que sirve de hilo conductor de toda la narración, es el apodo con el que Hearst llamaba a cierta parte íntima de Marion). La película se llamó Ciudadano Kane, y Hearst hizo todo el esfuerzo posible por impedir que saliera a la luz, pero la Gran Depresión afectó a sus negocios, y eso mermó en gran medida su poder. Ciudadano Kane, estrenada en 1941, es considerada por la crítica la mejor película de todos los tiempos, aunque más por sus innovaciones técnicas que por el guión (que sin embargo, recibió el único Oscar de la película). Un telefilm RKO 281, describe toda la difícil evolución de la película y cómo ésta consiguió salir adelante.

Hearst fue el primero en demostrar que la prensa podía ser un terrible cuarto poder al que había que tener en cuenta en la política y en los negocios.

Además, su figura como millonario comprador compulsivo ha servido de socorrido ejemplo (como por ejemplo, en Ética para Amador de Fernando Savater) de cómo el dinero no proporciona la felicidad.

No hay comentarios: