jueves, 12 de noviembre de 2009

Robert G. Picard: “por qué los periodistas merecen ganar poco”.

Para empezar, el titular ya me parece controvertido y polémico: “por qué los periodistas merecen ganar poco”.
Me hace gracia Robert G. Picard en este artículo publicado en The Christian Science Monitor.

Está claro, y eso no lo discuto, que la profesión se encuentra muy masificada. Hay mucho periodista y cada vez habrá más, pero eso no significa que se tenga que desprestigiar a la profesión con sueldos tan míseros e irrisorios.

El periodista tiene que aportar algo nuevo. Y yo contesto que la información es lo que es, no tiene más. Unos la podrán contar de una manera, otros de otra… pero lo que importa es el contenido, no tanto la forma de exponerlo. La sustancia, el ingrediente se encuentra en la noticia, en lo que entraña, no tanto en los adornos a la hora de narrarlo. Lógicamente transmite más una persona que sabe contarlo a diferencia de otra que no.

Pero no sé qué quiere Picard que hagan los periodistas. Renovarse o morir, sí. Pero el periodismo es lo que es. Noticia a pie de calle. Y aquí quería llegar, a pie de calle, no en los ordenadores copiar y pegar teletipos de agencia, eso no es periodismo.

Picard afirma que las nuevas tecnologías le restan importancia al periodismo tradicional, papel y boli, pero es que copiar teletipos de agencia para mí no es periodismo.
El periodismo está en la calle, en las historias de las personas, en los problemas sociales, ahí es donde se encuentra el periodismo.

Quizá lo que haya que recuperar es el sentido crítico que se ha perdido en las redacciones. Más calle y menos ordenador. Es muy fácil acceder a través de Internet, lo tienes todo con tan solo hacer un “click”, pero no es suficiente.

Posiblemente el periodista que se diferencia del resto es el que busca, patea las calles y llega a la redacción con buenas historias. Y los hay, realmente existen.

Y no quiero que se me confunda. No digo que no haya que utilizar Internet, porque la herramienta está ahí, es muy útil, y hay que usarla. Lo que vengo a decir es que hay que saber usarla. Ser creativos.

Y en cuanto a la polémica de los sueldos de los periodistas, me parece una aberración que los sueldos sean tan bajos cuando se trabajan tantas horas. Reconocimiento y prestigio de la profesión, es lo único que pido. Que se sepa reconocer el valor de un periodista. Al fin y al cabo contamos historias, problemas del día a día, sacamos a la luz injusticias que sin el periodista a pie de calle no se sabrían.

sábado, 7 de noviembre de 2009

El cuarto poder

William Randolph Hearst (San Francisco, 29 de abril de 1863 - Beverly Hills, 14 de agosto de 1951), periodista y magnate de la prensa estadounidense.

Hijo de George Hearst, un rico ranchero y propietario de minas hecho a sí mismo, adquirió a los 23 años un periódico que su padre aceptó como pago de una apuesta (realmente la apuesta es ganada por él en un juego de cartas), el San Francisco Examiner. Comenzó entonces toda una escalada periodística que culminó, en su punto álgido, en la posesión de 28 periódicos (Chicago Examiner, Boston American), 18 revistas (Cosmopolitan), cadenas de radio y alguna productora de cine.

Inspirado en el trabajo de Joseph Pulitzer, fue el inventor de la llamada prensa amarilla o sensacionalismo, un periodismo de investigación mezclado con titulares incendiarios, alejados en muchos casos de la neutralidad y del rigor periodístico, cuyo objetivo primordial es vender cuantos más periódicos mejor.

El poder de Hearst fue tan omnímodo, que prácticamente nadie era capaz de enfrentarse a su vasta legión de publicaciones. Fue posiblemente el mayor monopolio periodístico de todos los tiempos, y contó con una nómina constituida por los mejores periodistas, incluyendo Jack London.

De hecho, es recordado particularmente por el incidente de la Guerra de Cuba de 1898. Una escalada creciente de tensión tuvo lugar entre España y Estados Unidos a causa de la situación de Cuba, colonia perteneciente a España, escalada alimentada por Hearst, según muchos con el único objetivo de vender periódicos. Según la posterior película de Orson Welles, la guerra facilitó el dominio del Canal de Panamá.
Cuando el buque norteamericano Maine sufrió una explosión en el puerto de La Habana, Hearst señaló a España como culpable del sabotaje (hoy se cree mayoritariamente que se trató de un accidente), e instó al presidente William McKinley (quien no consideraba siquiera la posibilidad de una guerra), a entablar batalla, iniciando la contienda que significaría el fin defintivo del poderío colonial español.

Las opiniones de Hearst, manifestadas a través de sus periódicos, siempre fueron controvertidas. Acusado de xenofobia, de apoyar al gobierno nazi y de preparar el camino para la caza de brujas contra los comunistas, incluso hay quien le recrimina lanzar recomendaciones a favor de matar presidentes unos cuantos meses antes del asesinato de McKinley. «I make news» («Yo hago las noticias») era una de sus máximas, ya que alteraba y provocaba hechos para que fueran más escandalosos y para que su periódico fuera el primero en publicarlos.

Otra de las cosas por las que fue famoso fue por su afición desmedida por comprar y comprar más cosas, por poseer cuantos más objetos mejor (sus riquezas llegaron a ser portentosas). Adquirió compulsivamente palacios (construyó un castillo de 240.000 acres en California) y obras de arte, muchas de las cuales nunca llegaban a salir de sus envoltorios (sirva como ejemplo la compra del Monasterio Cisterciense de Santa María de Óvila en Guadalajara, que envió piedra a piedra a su país natal). El declive de su imperio supuso la venta de muchas de dichas piezas; alguna de ellas pasó al Museo Lázaro Galdiano de Madrid.

Ocupó una posición en la Cámara de Representantes norteamericana. Conocida es también su historia de amor con Marion Davies, a la que hizo benefactora de sus caprichos, y trató de promocionar en el cine. De hecho, la leyenda negra cuenta que en una fiesta privada en su yate encontró a Marion besándose con Charles Chaplin, le disparó a éste, y, por error, mató a Thomas Ince (justo en el día de su cumpleaños, de ahí la fiesta), ocultando el incidente sin que las autoridades supieran nada del asunto.

Tanto hervidero alrededor de este hombre tenía que estallar, y Orson Welles, un joven y prometedor cineasta, tuvo la idea de hacer una película sobre este personaje (en principo, la idea era de hacerlo sobre Howard Hughes), realizando el guión en colaboración con Herman J. Mankiewicz. De hecho, el guión es una réplica de la vida de Hearst, apenas disimulada (la palabra Rosebud, que sirve de hilo conductor de toda la narración, es el apodo con el que Hearst llamaba a cierta parte íntima de Marion). La película se llamó Ciudadano Kane, y Hearst hizo todo el esfuerzo posible por impedir que saliera a la luz, pero la Gran Depresión afectó a sus negocios, y eso mermó en gran medida su poder. Ciudadano Kane, estrenada en 1941, es considerada por la crítica la mejor película de todos los tiempos, aunque más por sus innovaciones técnicas que por el guión (que sin embargo, recibió el único Oscar de la película). Un telefilm RKO 281, describe toda la difícil evolución de la película y cómo ésta consiguió salir adelante.

Hearst fue el primero en demostrar que la prensa podía ser un terrible cuarto poder al que había que tener en cuenta en la política y en los negocios.

Además, su figura como millonario comprador compulsivo ha servido de socorrido ejemplo (como por ejemplo, en Ética para Amador de Fernando Savater) de cómo el dinero no proporciona la felicidad.

¿Qué fue del caso Madeleine?

Madeleine McCann desapareció la tarde del jueves 3 de mayo de 2007. La niña inglesa, de entonces tres años de edad, estaba de vacaciones con sus padres y hermanos en un hotel de Praia da Luz, en el Algarve, Portugal y desapareció de un apartamento ubicado en la zona central del lugar, donde estaba alojada su familia.

A este caso en particular se le dio mucha importancia en su día, durante meses e incluso el año posterior a la desaparición de la pequeña.

Miles de niños desaparecen cada año. ¿Por qué el caso McCann ha tenido tanta repercusión en los medios?

Quizá porque los padres hicieron mucho ruido para que el tema no quedara en el olvido, porque es una familia con muchos recursos económicos y lo movilizó todo cuanto pudo…
También puede deberse la gran envergadura del tema, al morbo que pueda causar que los padres fueran sospechosos desde un primer momento…

La cuestión es que nos saturaron a informaciones sobre la posible muerte de la niña, dónde se podía encontrar el supuesto cadáver, si los padres eran los presuntos asesinos…

Y lo más probable es que a la par que ocurría todo esto, pudieron dejarse otras informaciones más al margen por reiterar tanto el tema.

Por ejemplo el caso del niño canario Yeremi Vargas.
Se encontraba jugando el 10 de Marzo de 2007 en un solar junto a su casa, cuando su familia lo llamó para que subiera a comer y ya no estaba.

Ocurrió dos meses antes de la desaparición de Madeleine, y no se le dio tanta importancia como a la niña.
Quizá porque los padres no eran sospechosos, o porque no tenían los mismos recursos como los McCann para movilizar tanto el asunto…

Lo único que se sabe, es que tanto un caso como otro, marcan un punto en la actualidad informativa, están un determinado tiempo en los medios, unas noticias más que otras, pero al final o se resuelve el caso o queda olvidado.

Nuevas tecnologías y arte


Es ya su vigésima edición, y ArtFutura sorprende cada año más.
Difundir el arte ligado a los nuevos medios, Internet y la tecnología digital es el mayor de sus propósitos.

Este festival de referencia nacional, explora los proyectos y las ideas más importantes surgidas en el panorama internacional del new media, el diseño de interacción, los videojuegos y la animación digital.

ArtFutura vio la luz el 11 de enero de 1990. Llegaba como algo misterioso y desconocido hasta entonces, sin saber muy bien de lo que se trataba. Poco a poco el mundo abría sus puertas a lo llamado por aquel entonces “Realidad Virtual”.

Hoy en día todos conocemos Internet, lo que aporta, sus comunidades, redes sociales y un sin fin de posibilidades que ofrece este espacio. Pero en los años 90 todo era incertidumbre. Es más, cuando se organizó por vez primera, no existían los correos electrónicos, todo se organizaba a través de carísimas llamadas telefónicas y correo tradicional, cartas.

La doble función que tiene ArtFutura es difundir y activar la cultura digital en España. Y yo creo que se consigue.

¿Quién no conoce Twitter, o Facebook, o Linkedin..?. Nosotros, los llamados “nativos digitales” que somos todos aquellos que hemos nacido, crecido y vivimos con las nuevas tecnologías nos suena muy de cerca. Lo manejamos a diario, trabajamos con ello. Forma parte de nuestras vidas.

En estas ediciones que han surgido a lo largo de los años, ArtFutura ha mostrado los más diversos y extraños avances tecnológicos. Desde los robots de Survival Research Labs y Chico McMurtrie, hasta los primeros experimentos de vida artificial de Karl Sims y William Latham.

En ArtFutura todo tiene cabida, y sino que se lo digan a los videojuegos. Ha permitido que se consideren como vehículo de cultura y expresión artística. Las creaciones comerciales como REZ de Tetsuya Mizuguchi son un claro ejemplo.

Desde el año 2002, el programa de ArtFutura se proyecta en otras sedes, y este año una de ellas ha sido Segovia.
Ha mostrado un recorrido de los últimos 20 años de ArtFutura, mediante proyecciones audiovisuales tales como una selección de los mejores trabajos de 3D producidos en los últimos doce meses, animaciones digitales que tienen en común la búsqueda de nuevas estéticas y lenguajes y efectos especiales.

El objetivo para el próximo año, es que ArtFutura en Segovia, se convierta en un espacio para artistas emergentes, dónde se muestren sus obras, se realicen tallares, conferencias…, girando entorno a este tema tan interesante como es la interacción entre las nuevas tecnologías y el arte.

El gran DES - CONOCIDO. Pedro Ruiz


No todo el mundo puede presumir de dirigir, componer y protagonizar sus propias creaciones, pero él sí.
A sus 62 años, Pedro Ruiz es uno de los pocos artistas españoles que cuentan con ese amplio recorrido.

No voy a recurrir al tópico de persona polifacética, además, por lo que he oído a Pedro no le gusta que le atribuyan ese calificativo.

Siempre ha llenado teatros. Eso sí, o levanta pasiones…o cae realmente mal.
La verdad que teatro hecho por él no he visto, pero sí que he tenido el gusto de escuchar alguna de las entrevistas que le han hecho a lo largo de los años, y coherencia, e imaginación no le faltan.

Recuerdo la entrevista más larga hecha en televisión y protagonizada por él. Sí, así es. Pedro estuvo durante 12 horas seguidas contestado preguntas. Reaparecía ante las cámaras, porque salvo apariciones esporádicas no había vuelto a trabajar delante de ellas desde “La noche abierta” hacía ya cinco años.

Ruiz respondió a 906 preguntas, formuladas por 60 invitados del periodismo y del espectáculo, incluidas dos jóvenes promesas de poco más de diez años. El resultado fue una especie de entrevista de aventuras y anécdotas ligadas por un mismo personaje.

Seguramente esa reaparición ha tenido mucha repercusión tanto en su trayectoria profesional, como en la memoria de las personas.

Del señor Ruiz se puede decir que es controvertido, polémico… Ha sido censurado y vetado en infinidad de ocasiones por los medios, por no gustar lo que él exponía.

Estuvo casi doce años vetado de cualquier trabajo televisivo. Son años a los que se dedicó a los teatros, giras, conferencias, universidades…

Tan solo aparece en esos tiempos en algunas entrevistas con Mercedes Milá, Isabel Tenaille y en un especial del programa “Su Turno” de Jesús Hermida en el que 25 destacados personajes de la vida española, le hacen múltiples preguntas. Entre ellos José Luis de Villalonga, José Luis Gutiérrez, Martes y 13, José Luis Ruiz, Emilio Romero…

Más tarde también se producirá otro veto del artista al enfrentarse con el gobierno del momento por defender lo que el considera “un exceso de lapidación a la artista Lola Flores”. Y pasa a ser de venerado a demonizado.

Estos nueve años de veto los llena con su actividad teatral y alguna película y el lanzamiento de un canal por video llamado “Canal Ruiz” que se vende en los kioscos en una única edición a través de Planeta Agostini.

Su regreso al trabajo en la televisión pública se produce con “Como Pedro por su casa. Dirige, escribe y produce este espacio por el que pasan todas las figuras relevantes del país: Serrat, Ráphael, Miguel Bosé, Lucia Bosé, Palomo Linares, Schuster, Ana Belén y Víctor Manuel, Lola Flores…

También ha sido innovador de géneros televisivos donde destaca "Estudio Estadio" (programa para el que le propone Tomás García Arnalot. El título que sigue vigente es idea de Pedro y nunca lo registró. El programa se realizaba entonces en directo desde Prado del Rey, Madrid, con unos medios precarios y emitiéndose por primera vez de noche. Se solía comenzar la emisión teniendo en los estudios menos del 50% de los partidos disputados).

Pero al margen de todas estas intervenciones del artista, tengo que destacar la primera aparición de Pedro Ruiz en la televisión. Se produce cuando trabajando ya en la radio, en Radio Nacional de España y Radio Peninsular concretamente, es llamado por Julio Herrero para presentar un solo día “Pista Circo”, programa de la tarde del domingo de TVE.

Autor de 12 libros de muy distintas temáticas, entre los que destacan: “El Estado y la madre que lo parió, Ruizcionario: Lo que esconden las palabras, Mi noche abierta o La última carta”.

En cuanto a su faceta de actor y director, ha participado en películas como “El día del presidente (1982), que también dirigió, El gran Mogollón (1982) o Moros y Cristianos (1987), de Luis García Berlanga”, con la que fue nominado a los Premios Goya.

Ya anticipaba antes que, siempre ha llenado teatros. Cabe destacar obras como “Pandilla de mamones, estrenada en Barcelona en 2004, además de otros 16 espectáculos unipersonales. Entre ellos Escándalo en Palacio. Esta obra lleva en los escenarios desde el mes de Septiembre y está teniendo muy buena acogida entre el público.
Escándalo en palacio puede verse a muchos niveles, como las grandes comedias, a un nivel de entretenimiento o desde una perspectiva más íntima, de reflexión.
Pedro Ruiz y Lidia San José pronuncian frases con “condimento”, es decir, calan en las personas, te hacen pensar. Hablan sobre el poder y la vida, aluden al sistema político y social, en general a la sociedad en la que vivimos.

Pedro también presume de compositor y autor de sus propias canciones y de las de algunos artistas de renombre.

Los que no le tienen demasiada simpatía hablan del ego de Pedro. Pero, ¿quién no tiene ego?. Yo tengo, y seguramente quien me lea también lo tendrá, sino sería todo muy aburrido sin nada de amor propio…

Solidario. Y este calificativo me gusta mucho.
Durante su paso por la cadena privada Antena 3, viaja a Somalia tras recoger más de 350 millones de pesetas de los espectadores, de uno de los tantos programas que ha dirigido, para los niños necesitados que entrega allí mismo a UNICEF, CRUZ ROJA y MÉDICOS SIN FRONTERAS.

En ese momento es el mayor donativo entregado de una sola vez por una acción privada a UNICEF. En una misión similar se desplaza también a Sarajevo a entregar 20 incubadoras a un hospital que las precisa en plena guerra.

La vida privada la ha guardado siempre bajo la llave del silencio. A pesar de ello es permanentemente motivo de comentario por sus vivencias. Vivencias que, más allá de lo privado, son múltiples y desconocidas.

Cuenta con el respeto de muchos de los más relevantes artistas de este país.
Me da la sensación de ser un hombre sencillo y complejo.
Inteligente y humano.
No he tenido el placer de conocerle, pero quizá llegue el día, de tener delante a la persona y no al artista.

VIVENCIAS


Mortal y rosa.
Francisco Umbral

Francisco Umbral es una de las figuras más destacadas de los últimos treinta años de la literatura española. Desde la década de los sesenta hasta el día de hoy Umbral ha producido grandes obras de calidad.

Ha sabido hacer de la escritura una forma de vida. Para él la escritura lo es todo; el mundo está para ser escrito y escribirlo es la manera de vivirlo verdaderamente. Y un claro ejemplo de esto es su obra cumbre, Mortal y rosa.

Publicada en 1975, es considerada por muchos como su mejor obra sin lugar a duda.
Cuenta un año en la vida de Umbral, escrita en trágicas circunstancias de su vida, que según avanza el libro descubres el por qué de la historia, el por qué de todo el libro.

El lo calificó como diario íntimo, aunque para llamarlo diario debería de estar fechado día a día.
Hay un pasaje dónde Francisco Umbral se para a pensar por qué escribir un diario íntimo:

No por vanidad, ya, a estas alturas y en mi caso, ni por egocentrismo, ni por vedetismo, sino por buscar la sencillez última, por huir de ese artificio que en último extremo suponen todos los géneros literarios. […] y resulta que el diario íntimo se llena de lirismos, de lucimientos, o bien, si se opta por el prosaísmo más directo, cae uno en la anotación banal, doméstica y monótona.

Al leer Mortal y rosa, descubrimos algo atípico y es que es una novela sin trama. Aunque cuenta una historia, no encontramos ese juego al que estamos acostumbrados en novelas habituales, es decir, unos personajes a los que les ocurren una serie de acontecimientos dentro de un lugar y un espacio, aquí no.
El autor reflexiona sobre sus vivencias, su forma de entender el mundo, lo que le ocurre a él, a su esposa y a su hijo de una manera muy realista.

Francisco Umbral habla en su libro de la muerte, la vida en general, las mujeres (“La mujer hecha es un abismo humano al que no nos apetece arrojarnos. La ninfa es un remolino de luz y carne.”), de sexo (“El sexo, aquella cosa dulce que gemía en la infancia, aquel secreto vegetal y pequeño, que fue alcanzando frondosidades de placer, urgencias de dolor. Aquello. El sexo, la cosa, aquella cosa.”), de él mismo, de su hijo, de su esposa, de la forma de concebir el mundo, de los sueños, de los días, de las noches sin dormir, de llantos, de sonrisas, de su vida, pero de su vida de una manera muy especial, lo vive con sentimiento profundo, por lo menos así es como lo describe en sus páginas, con frases que realmente hacen pensar a sus lectores.
Y hay una frase que especialmente me gusta, me hace reflexionar, y que es verdaderamente significativa:

Sólo encontré una verdad en la vida, hijo, y eras tú. Sólo encontré una verdad en la vida y la he perdido. Vivo de llorarte en la noche con lágrimas que queman la oscuridad.
Soldadito rubio que mandaba en el mundo, te perdí para siempre. Tus ojos cuajaban el azul del cielo. Tu pelo doraba la calidad del día. Lo que queda después de ti, hijo, es un universo fluctuante, sin consistencia, como dicen que es Júpiter, una vaguedad nauseabunda de veranos e inviernos, una promiscuidad de sol y sexo, de tiempo y muerte, a través de todo lo cual vago solamente porque desconozco el gesto que hay que hacer para morirse. Si no, haría ese gesto y nada más.

Al principio, cuando empiezas a leerle, quizá por la complejidad de las frases, el fondo que tienen, se hace algo difícil de comprender y seguir con la lectura. Pero conforme te adentras en él, descubres pasajes profundos, de gran calidad, con notas de humor en ocasiones, metáforas en otras, y eso hace que continúes.

Sin duda, un buen libro por lo menos desde mi pequeño y humilde conocimiento tiene que hacer sentir. Hacer que lo vivas cuando lo estás leyendo. Y este libro contiene fragmentos que lo consiguen.
Te transporta en ocasiones al dolor del autor, y puede que haya personas que se identifiquen en ocasiones con algún matiz de la historia que cuenta.
A pesar de tener un estilo lírico y ensayístico, existen momentos en los que se rompe con ese tono, y se limita a escribir lo que piensa, sin hacer referencia al ensayo, ni a la poesía que tanto tiñen las páginas del libro.

Es un libro innecesariamente necesario, dicen. La mejor producción umbraliana que en su momento no fue acogida con entusiasmo, pero que con los años su prestigio ha ido creciendo.

No hay que dejar pasar por alto la obra que ha conseguido el Premio de la Crítica, el Premio Príncipe de Asturias en 1996, el Premio Nacional de las Letras en ese mismo año y, en diciembre de 2000, el máximo galardón en lengua castellana, el Premio Cervantes.